su agente inmobiliario

Adiós, Subero

Tenía que llegar el día, y llegó. Hoy me he encontrado, al pasar por la calle Fuencarral, la ferretería Subero con el cartel de CERRADO. Con ella desaparece una de las tiendas más bonitas de Madrid.

Subero no era en realidad lo que hoy se entiende por una ferretería, sino un almacén de metales. Menos hierro, había de todo –latón, alpaca, cobre, aluminio, bronce, estaño, zinc, hojalata–, lo servían a medida, y en cualquier formato –barras macizas y huecas, chapas, tubos, hilos, varillas, pletinas, ángulos, remaches. Uno entraba allí y se compraba 400 gramos de varilla de latón, y se iba tan pancho para casa. Yo lo usé muchísimo para hacer maquetas, durante la carrera. Entraba allí, cogía número, y mientras esperaba disfrutaba, como un niño que era, viendo a los operarios con mono azul de tela de Mahón (que no sería de Mahón, me entero ahora de que esta tela venía de China a través de la isla de Mahón, y de ahí su nombre), cortando perfiles, pesando hilos. Sobre un mostrador de madera, moldeado como solo el paso de los años puede puedo hacerlo, cogían la comanda de los textos para grabar placas. Tenían también, como no, letras de molde de todos los tamaños. Y ojos de buey, que eran preciosos.

No voy a lamentarme ahora de nada. No quiero ni mencionar que a buen seguro pondrán una tienda de ropa mala, como las que han invadido la grandes vías de nuestra ciudad. Este post es sencillamente un acta de defunción de una las tiendas más bonitas que había en Madrid. Descanse en paz.

Postscríptum: Unos días después… la fachada de Subero se convierte en soporte para los más variados carteles urbanos, en un reflejo de la vida de la ciudad. Ver seguimiento en ¿Qué será de Subero?.

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