Ayer estuve en un concierto de un grupo estupendo, Space Weirdo. La historia es bastante divertida, porque lo conocí a través de un viejo amigo de la Escuela de Arquitectura, Germán ponte, y el primer día que fui a verlos resulta que me encontré por sorpresa con que su socio era un primo hermano mío, Pablo Chávarri (en la foto), al que veo de pascuas a ramos. Pero bueno, eso no es lo que quería contar.
Por lo que viene este asunto a integrarse en emetreinta es porque asistí de nuevo a un ejemplo de trabajo gustoso, que es una de las cosas que más me emocionan. Germán y Pablo tocan lo que les gusta y porque les gusta, y no hay más que ver la cara de felicidad que tienen cuando están subidos en el escenario. Además, tiene una habilidad que les hace aun mejores candidatos a ser un grupo de culto, y es que solo tocan, sin proponérselo, noches en las que hay un partido de fútbol importante en la tele, lo cual le da a sus actuaciones un suspense añadido de indudable atractivo.
Ayer tenían que reunir al menos a 20 personas en la sala para no tener que poner dinero de su bolsillo para tocar, y finalmente lo consiguieron practicamente sobre la campana, cuando los dueños del local estaban a punto de suspender el concierto. Finalmente fuimos 23.
Al terminar, se repartieron los beneficios como buenos amigos, 5 € cada uno, y se tomaron una copa con los amiguetes, eso sí, con una cara de contentos que daba gusto verlos.
Cosas del trabajo gustoso.
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