su agente inmobiliario

Proyecta, proyecta y proyecta, que algo quedará

El otro día escribía sobre el proyecto de nueva ciudad china que se está desarrollando en Lorca. Pues bien, en la provincia de Granada, en Alquife, se está gestando un gran parque temático en torno a las Minas de Alquife, que fue una de los más importantes yacimientos de hierro de Europa, explotado desde la época de los romanos, que tuvo su apogeo en los años 60 del pasado siglo, estuvo en explotación hasta los años 90, y hoy permanece abandonado.

El proyecto es gigantesco, pues planea convertir más de 9 millones de metros cuadrados en hoteles (uno de los cuales se inspirará en el cercano castillo de La Calahorra), campos de golf, atracciones relacionados con la minería, centros de deportes, un Film Studio y hasta un beach club junto a la laguna que ocupa el gran agujero que se quedó vacío después de haber estado sacando el mineral durante siglos. Ni que decir tiene que todo el proyecto se verá adornado por las más avanzadas técnicas de sostenibilidad del momento, como no podía ser menos.
De las minas de Alquife el mineral llegaba por la vía del tren hasta el Puerto de Almería, que se descargaba en el Cable Inglés, una espectacular estructura de hierro que se ha conservado yo diría que casi milagrosamente, que se ha declarado hace bien poco Bien de Interés Cultural y que también ha generado un gran proyecto de rehabilitación, cuyas primeras inversiones también acaban de verse aprobadas, que prevé convertirlo en un gran «espacio cultural, donde habrá exposiciones, encuentros, debates, además de tener una magnífica vista sobre el mar Mediterráneo», según las últimas noticias.
El Cable Inglés es, por otro lado, el final de vía de la futura línea Almería – Murcia, que en su llegada a la capital andaluza tiene previsto enterrar el tren hasta su llegada hasta la estación, y promover una especie de operación Chamartín a la almeriense para financiarlas, que consiste en recalificar los terrenos sobre los que discurre la vía para construir viviendas y equipamientos encima.
Y, si bien me declaro partidario de la poética actitud de mi admirado arquitecto Casto Fernández-Shaw, uno de cuyos lemas era «Proyecta que algo queda», no puedo dejar de quedarme estupefacto ante la grandilocuencia de los gigantescos proyectos que florecen a diestro y siniestro, sobre todo en un momento en que las arcas del Estado están más bien tiesas y los inversores privados no parecen tampoco vislumbrar horizontes demasiado despejados.

En la foto, Salto del Jándula, Jaén, 1929, del arquitecto Casto Fernández Shaw.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies