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La forma de la ciudad

Muchas veces me han preguntado cual es, de las 4 torres que se construyeron sobre la antigua Ciudad Deportiva del Real Madrid, la que más me gusta, y nunca he sabido qué contestar a la pregunta, porque ninguna de ellas me parece mejor que la otra. Desde el punto de vista arquitéctonico, quizás esté en lo cierto Iñaki Ábalos al señalar la Torre Sacyr de Rubio y Álvarez-Sala como la única que tiene cierto interés, («brillante ejercicio realizado por el estudio madrileño»), pero está claro que «el resultado se caracteriza por con su cansino repertorio propio de una ciudad mediocre, sin capacidad de emocionar».
Más que el valor arquitectónico, que depende de la mayor o menor pericia del arquitecto a la hora de realizar su ejercicio, y que beneficia en su caso fundamentalmente a los usuarios de la torre, pero que en lo que respecta al espacio público se ve absorbido por la mediocridad del conjunto, me interesa el significado de las torres como símbolo de una época, como forma resulante de una manera de hacer las cosas, que ha triunfado durante los años 90 y primeros 00 pasados, y que ahora se empieza a ver con cierto, digamos, recelo, desde la distancia.
La  huella que han dejado en Madrid las 4 torres no es otra, como ya está previendo el lector, que la representación literal de la primacía del poder económico sobre cualquier otra circunstancia. Igual que en la forma de los ensanches de las ciudades europeas se puede leer el gusto por el confort de la burguesía generada por la revolución industrial en el siglo XIX, o en la de la Gran Vía madrileña la alegría de la belle époque, las 4 torres son la imagen que quedará para la historia de la época en que lo único que contaba era la pasta, de que la ciudad se hacía para ganar dinero, para generar plusvalías.
Me viene todo esto a la cabeza porque hace poco leía en una entrevista a Ángel Cappa, que decía que el Real Madrid «es puro negocio». Las 4 torres de Florentino Pérez se han quedado en eso, en una representación urbana del puro negocio. Se leerán como la forma que tomó la especulación financiera de una época en que prescindió de la necesidad que tenemos las personas de sentirnos emocionadas.

En la foto, Florentino Pérez con sus 4 torres

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