El pasado viernes estuve en un pase del documental The human scale, de Andreas M. Dalsgaard, que trata sobre la labor del estudio del arquitecto danés Jan Gehl (Copenhague, 1936), Gehl Arquitects. La presentación fue en el en el Colegio de Arquitectos de Madrid, y se acompañó con un debate sobre la película, que se ha estrenado el pasado fin de semana en España en Canal +.
Hace ya tiempo que sigo la inteligente actitud de este equipo danés que se dedica al estudio de los fenómenos urbanos y al asesoramiento para humanizar la ciudad. Su labor me resulta francamante amable: consiste en poner en práctica principios básicos y elementales para conseguir mejorar la vida de las personas en las ciudades, algo muy fácil de decir pero difícil de realizar. De hecho, su estudio sigue siendo uno de los muy pocos en el mundo especializado en esta materia, algo de lo que se extraña el propio Gehl en una entrevista publicada en el mes de diciembre pasado en la revista Focus Danmark: «Nos ocupamos de la dimensión humana en el planeamiento urbano. Y lo raro es que hoy en día no tenemos competidores, aunque llevamos haciéndolo hace muchos años».
Su libro La humanización del espacio urbano se publicó en los años 70 del siglo pasado, pero su mensaje fundamental sigue siendo válido: según el propio Gehl afirma en su prefacio a la relativamente reciente edición española, «cuidar bien de las personas y de la valiosa vida que tiene lugar entre los edificios». Así que hace ya más de 40 años que están aplicando las mismas recetas que hoy en día, tal y como se ve en el documental, han aplicado a la recuperación del espacio urbano para el peatón y el ciclista en Nueva York o la reconstrucción del centro de la ciudad australiana de Christchurch, que fue destruido por un terremoto, por poner algunos ejemplos recientes.
Su procedimiento empieza siempre por observar, mirar, ver, escuchar, y después tratar de recuperar para el ciudadano el espacio invadido por el automóvil, favorecer la mezcla de usos, o facilitar la estancia y la actividad en los espacios públicos para mejorar el funcionamiento de la ciudad. Y lo que me gusta mucho de ellos es que sus actuaciones buscan la inteligencia sin necesidad de utilizar ni un solo gramo de nuevas tecnologías. Quiero decir que consiguen hacer más inteligentes a las ciudades sin necesidad de APPS ni de redes sociales (digitales). Para humanizar el espacio urbano se sirven tan solo del propio ser humano, de su interés y capacidad para relacionarse, y de facilitar las cosas para que se produzcan intercambios que hagan de la ciudades lugares más habitables.
Os dejo aquí algunas de las frases que tengo subrayadas del libro a que me he referido, cuya lectura recomiendo a todo el que esté interesado en este tema:
«A la larga, la vida entre los edificios es más importante y también más interesante de observar que cualquier combinación de hormigón colorado y formas edificatorias impactantes.»
«Ante la duda, quitemos algo de espacio.»·
«Venecia es un cuarto de estar con unos procesos integrados ampliados a escala de ciudad. Esta misma idea explica la civilizada costumbre veneciana de llegar tarde a las citas concertadas de antemano, porque la gente inevitablemente se encuentra con amigos y conocidos, o se detiene para mirar algo cuando camina por la ciudad.»
«Lo importante no es si las fábricas, las viviendas, los servicios, etcétera, están situados muy cerca en los dibujos del arquitecto, sino si las personas que trabajan y viven en los diferentes edificios usan los mismos espacios públicos y se encuentran al realizar las actividades cotidianas»
En resumen, como dice el propio Gehl al final de la película, que «no cuesta nada ser amable».
Gracias por la visita.
Enlaces: Making cities for people, blog de Gehl arquitects Web de Gehl arquitects The Human Scale, la película, 2013 La humanización del espacio urbano, edición española de 2006 Revista Focus Danmark, diciembre de 2012
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