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El solar Decathlon

Menudo solazo que me ha pegado hoy en el Solar Decathlon. Iba a ir Juan con su clase, y me ofrecí voluntario para acompañarles. Por la mañana los niños han hecho unos talleres de sostenibilidad, en los que les han enseñado primero una casita ecológica con paneles solares, bien orientados al sur, que aprovechaba las aguas grises, y demás. Y después les han hecho fabricar un reloj solar, y les han enseñado cómo funcionan las placas, y cómo se consigue el hidrógeno para propulsar vehículos, y lo malas que son las energías fósiles, porque contaminan como demonios. Esto ha sido de 11 a 1, y el sol pegaba de lo lindo.
Lo de solar ya habréis entendido que no es por la parcela, sino por el sol. Lo de Decathlon no tiene nada que ver con disfrazarse de deportista. Se trata de una competición en la que los concursantes tienen que medirse en una serie de pruebas, diez para ser más exactos, para nombrar a las más sostenible y ecológica de las viviendas. Se presentan universidades de todo el mundo. Lleva celebrándose desde 2002, y ésta es la primera vez que se celebra fuera de los Estados Unidos.
A eso de la una hemos ido a comer a una pradera cercana a la nueva puerta de entrada a la Casa de Campo, cerca de la estación Príncipe Pío y de la Puerta de San Vicente, y después ya hemos ido a ver las casas, serían las dos y media, pero solo por fuera, porque, según el guía – menudo lenguado que era, «a éste sí que le hace falta un poco de energía», decía la profesora –  a esa hora las casas estaban concursando. Por lo visto, según nos han explicado, es el momento en el que se realizan todas las mediciones ambientales que luego se convierten en puntos para la competición, y no conviene que la gente ande entrando y saliendo.
Sobre el gigantesco solar que ha quedado después de enterrar la M30, un inmenso forjado sin una sola sombra, había creo que 17 casitas, todas con su sus placas y sus sistemas más o nemos sofisticados, más bien más que menos. Hoy iba ganando la de la Universidad de Virginia, que se llama Lumenhaus, y que además de tener todo tipo de paneles solares y de contraventanas móviles que se mueven solas, te hace el café por la mañana. Todo ésto lo he averiguado en un vídeo que he visto después, porque allí las explicaciones fueren escuetas, y a esa hora ya estábamos todos más que mareados de la solana que nos estaba cayendo.
La feria de sostenibilidad doméstica estaba bastante bien, es interesante, pero son trabajos de investigación que desarrollan sistemas tan complejos que al final tiene pinta de no poder llegar a ser muy sostenibles. No sé, son muy sofisticados, y su aplicación a casos reales suena como muy lejana. Cuando veo estas sistemas tan sofisticados siempre me acuerdo de la sosteniblidad de los patios y de los porches, y de los proyectos del magnífico arquitecto egipcio Hasaan Fathy, que manejaba el aire como nadie.
Tampoco puedo dejar de pensar en que lo que estamos viendo son chaletitos, un tipo de vivienda proscrito por la sostenibilidad, ya que ocupa muchísimo suelo, es muy caro de mantener, e imposible de alimentar con transporte público. Pero bueno, eso se puede pasar por alto, al fin y al cabo son ejercicios de estudiantes, aunque su aplicación a la industria de casas es practicamente es inexistente, entre otras cosas porque, al menos en España, no existe tal industria, sino un sector de la construcción en el que la innovación brilla por su ausencia, al menos de momento.

A eso de las cuatro de la tarde ya hemos ido retirándomos. No nos ha dado tiempo a ver todas las casas. A esa hora el parque lineal era ya como una sartén ardiendo, una placa solar en sí misma. Al otro lado del río he visto entre vapores de agua los bloques de casas típicos madrileños de los años 70, a los que hasta hace poco les pasaba por delante de las narices la autopista, y que ahora se asoman al río, a ver si se les pega algo y se hacen un poco más sostenibles.
Nos despedíamos ya del Solar Decathlon, rezumando sosteniblidad y rodeados de placas solares por los cuatro costados. Hacía años que no sudaba tanto.

En la foto, los niños en los talleres, y contraventanas móviles de la Lumenhaus.

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