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Ciudad clásica, ciudad digital

El 15M se sumerge de nuevo en la ciudad digital. Los acampados se retiran. Ya no son noticia desde hace tiempo, y menos aun desde que que los portavoces del colectivo que organizó la marcha inicial salieran a la luz para anunciar sus nuevas convocatorias, y ya de paso aclarar que no están directamente vinculados a los ocupantes del espacio público, aunque por supuesto les apoyen.

Es muy lógico que Democracia Real Ya quiera volver a su hábitat original, que tan buenos frutos le ha dado, y en dónde reina de cabo a rabo. En su sede del planeta Facebook habitan ya más de 400.000 personas, mientras que en las del Partido Popular o del Partido Socialista se alojan poco más de 30.000. Y si la sede social de DRY sigue definiendo sus objetivos de forma concreta y clara, las del PP y el PSOE exhiben a Zapatero y a Rajoy interpretando los papeles que sus asesores les han encomendado. Estos días les toca a los dos conseguir capitalizar la confianza.
Siempre he tenido la sensación de que en España no llegaríamos a ser gobernados de otra manera hasta que pase la hora de los que fueron educados en la dictadura franquista, y los que fueron niños durante la transición o ya en la democracia lleguen al poder. Ayer mismo un amigo que tengo septuagenario con el que hablaba de política acabó diciéndome que no quería seguir hablando conmigo, porque él era negro y yo blanco. Mantenemos posturas irreconciliables, me dijo, incapaces de convivir. Yo por supuesto me negué a aceptarlo, y conseguí que siguiéramos hablando, pero no hubo manera de acortar distancias. Tengo la teoría de que la existencia de dos bandos opuestos, que por cierto se siguen viendo reflejados tan nítidamente en la urnas, proviene de los que aprendieron a leer y escribir en las aulas franquistas, y es ajena a los que lo hicimos ya en las democráticas. El cambio sería por tanto una cuestión generacional.
El hecho de que la nueva fuerza política popular, el DRY, haya surgido en internet, y adoptado la forma de la ciudad griega en su manifestación física, con sus ágoras y sus asambleas, como queriendo volver a los orígenes de la democracia para olvidar la merienda de negros en la que se ha convertido la nuestra, me parece un indicio de que ese cambio generacional está empezando a llegar. Piden además el voto para los partidos minoritarios, el cambio de la ley electoral, las listas abiertas, porque no nos representan los que ahora mandan. Ya es hora de pasar a otra cosa. Los que se aplauden a sí mismos en el parlamento de la nación sin ningún pudor, esas señorías que patalean mientras hablan los demás, los alcaldes y los presidentes que se fotografían en las inauguraciones de las obras que hemos pagado entre todos, no nos representan.

Queremos otra cosa, y la queremos ahora.

En la foto, el Ágora romana en Atenas

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