su agente inmobiliario

Al pasar por la Puerta del Sol

Pasé una vez más esta mañana por la Puerta del Sol, justo cuando el astro rey entraba por la mañana para despertar a los acampados. La miniciudad efímera se desperazaba.
Me he tomado un café en La Mallorquina, uno de esos sitios de Madrid que espero y deseo que no se conviertan nunca en una tienda de ropa, y he charlado un rato con mi amigo Pablo, uno de los dependientes de toda la vida. «Tienen que irse ya. Nosotros [se refiere a los empleados] les hemos apoyado en todo, hemos firmado, ha sido algo estupendo, pero ya no tiene sentido, si siguen así la gente se va a poner en su contra», me dice.

Yo creo que está claro, que Pablo tiene toda la razón. Es imprescindible iniciar el desalojo ya, y pasar a otra cosa. Definir una estrategia coherente para seguir adelante. La idea ha sido muy buena, y ha estado muy bien ejecutada, pero hay que centrar los objetivos para conseguir una democracia real ya: control y denuncia de las malas costumbres de la clase política, sin distinción de partidos, y de los abusos de los poderes económicos.

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